miércoles, 5 de septiembre de 2012


¿Dónde esta la franja amarilla?



¿Por qué Colombia, con el talento de sus gentes y sus demás características, se ve atormentada por diversos males sociales y económicos?

La inseguridad, pobreza, desigualdad, ineficiencia estatal, criminalidad y el alto gasto militar, hacen de Colombia un territorio singular en medio de los países tercer mundistas. Además, la indiferencia de la población, que es incapaz de expresarse y de exigir, muestran las secuelas de hechos históricos represados por una sociedad, que nunca los afronto con la sensatez, y que sin lugar a duda, han representado el camino a un presente como el que vivimos.

“¿Qué es lo que hace que Colombia sea capaz de soportar toda infamia, incapaz de reaccionar y de hacer sentir su presencia, su grandeza?”

Cuando no se llevan a cabo las reformas sociales, la historia se encarga de llevarlas a cabo con inmensos costos. Cuando no existe un sentimiento de posesión de lo que es nuestro y de lo singular de esto (naturaleza, composición étnica y cultural), es imposible tener un país, solo es posible tener un conjunto de exclusiones y desacuerdos.

La visión de la gente que vivió en tiempos pasados, señalo el camino que nos ha traído hasta este momento. Los viejos comerciantes, bloquearon la posibilidad de una economía independiente y supeditaron el futuro, a la producción de materias primas y al consumo de manufacturas extranjeras.

El gasto militar se volvió una prioridad ante la necesidad del gobierno de controlar el pueblo ante cualquier levantamiento de insatisfacción, alimentándose el principio que señala que el pueblo no es patriótico, porque el estado no le da buen ejemplo.

La aristocracia clerical centralizada consagrada en la constitución de 1886, promovió a Colombia como un país conservador, prohibió la lectura libre y amarro la educación a la presencia de la iglesia, provocando consecuencias que se manifiestan hoy en día como la violencia familiar, la intolerancia social, el enorme irrespeto por la creencias ajenas y que en ese momento se llevaron a la realidad a través de la violencia entre partidos políticos. Los conservadores defendían a la iglesia y los liberales el poder sobre la tierra y una reforma sobre la estratificación social.

El mercado mundial, liderado por Estados Unidos, y su objetivo de mantener la situación colombiana en desventaja, abrieron un mundo de rapiñas y astucias donde la economía fue entregada sin escrúpulos tras una errónea apertura.

El descrédito del partido conservador al poder, promovió un levantamiento liberal de campesinos que prontamente se convirtieron en una rebelión popular liderada por Jorge Eliécer Gaitán. En su discurso, Gaitán reformulo la crisis política como un choque entre la mayoría humilde y un país regido por la opulencia, palabras que le sirvieron para acaparar miles de seguidores y postularse como seguro presidente.

Los enemigos de Gaitán comprendieron que la democracia lo llevaría al poder, por lo que procedieron a ofrecerle apoyo, ayuda que él se negó a aceptar y que luego conjugo a una oposición rabiosa que lo llevó a la muerte.

La muerte de Gaitán dio lugar a una gigantesca contrarrevolución que se dividió en 3 partes: La primera fue el incendio de Bogotá. La segunda fue la violencia de los años 50. La tercera fue el pacto aristocrático del Frente Nacional.

El 9 de Abril de 1948, el pueblo comprendió la muerte de sus esperanzas y que el poder profuso nunca permitiría una transformación democrática y pacifica como Gaitán la había promulgado.

Después de la caída del caudillo, siguió la fase de violencia. Los partidos políticos tradicionales, ante el surgimiento de una disidencia, y utilizando todos sus recursos retóricos, fanatizaron la voluble población campesina como manera de contrarrestar los mensajes que Gaitán había difundido, y fomentaron una guerra que en ningún momento, para ser precisos, fue de partidos políticos, sino de conservadores pobres y liberales pobres.

La guerra se llevó a cabo en los campos, hecho que condujo, como hoy en día, problemas sociales como el desplazamiento, asunto que lleno a las ciudades de cinturones de miseria y despobló el campo.

Al final del conflicto el único vencedor sobre miles de muertes fue el bipartidismo, y como ocurre siempre al final de todas las guerras, se firmó un pacto, el Frente Nacional. En el Frente nacional, conservadores y liberales se repartieron el poder por 20 años y cerraron la puerta a cualquier tipo de oposición legal eliminando el derecho popular a expresarse libremente.

El Estado ante el rápido crecimiento de las ciudades, continuo con su actitud indiferente a la hora de cumplir sus deberes sociales, siendo incapaz de ofrecer a los nuevos habitantes condiciones dignas de vida. Esta actitud, amplio la brecha entre pobreza, la clase media emprendedora y la riqueza, por lo que se puede decir que todo lo que somos hoy en día es producto del Frente Nacional.

Como una contradicción a todo lo vivido en ese momento, Gustavo Rojas Pinilla, en su dictadura militar, comprendió que el poder estatal podía utilizarse en beneficio del pueblo y de esta manera fomentó diversas obras benéficas que marcaron un lunar en medio de toda la indiferencia adoptada por otros gobiernos.

Con la vuelta del frente nacional al poder, y la inexistencia de oposición legal se alentó y se fortaleció una oposición ilegal, una oposición armada que hoy por hoy se mantiene. Esta oposición fue una creación del estado, un producto de su ineficiencia e indiferencia, ya que si se niegan las posibilidades legales de bienestar y expresión a quienes aspiran a alcanzar riqueza y beneficio, solo les queda el camino de, como en el caso colombiano, el narcotráfico, el contrabando y la guerrilla. De otro lado la ausencia de oposición supuso un control nulo a todas las acciones del estado y de sus funcionarios, hecho que condujo a desarrollar la corrupción que aun nos aqueja.

Todos los conflictos que se han vivido y que se  repiten a diario, son producto del desconocimiento de nuestra propia identidad, de nuestras virtudes y de nuestras limitantes, y asimismo, de la incapacidad de construir un proyecto económico, político, social que valla acorde a nuestra situación y que tenga en cuenta los aspectos anteriormente nombrados. La corrección de los males exige identificar las causas y no, atacar las condiciones que las hacen posibles y los efectos que se derivan de estos, ya que si no se conocen las fuentes del mal, cualquier intento de solución esta condenado al fracaso.

En respuesta a todo, un pequeño grupo de personas, que aun no se conjugan en la pluralidad de un Proyecto Nacional están dando los primeros pasos y sin darse cuenta, articulan movimientos ecologistas, industrias emprendedoras, cooperativas regionales y demás, que seguramente, si se unieran de una manera solidaria, conformarían el poder de la exigua mayoría, que represente los interés reales del país en que vivimos. Todos los sueños de el país sólo requieren de la construcción de vínculos sinceros y valerosos, y de un equilibrio donde no reine ni el liberalismo, ni el conservatismo; un equilibrio que nos responda la pregunta: ¿Dónde esta la franja amarilla?

En el libro, William Ospina no plantea ninguna solución tangible al problema colombiano y simplemente supedita la bienaventuranza del territorio nacional a cuestiones que en el papel pueden sonar idealistas pero que en la práctica, están muy lejos de volverse realidad. En esta forma, ¿Cuáles deberían ser los pilares de una renovación política, que trabaje por generar un bienestar general, pero que al mismo tiempo, sea consiente de las posibilidades del país y de sus compromisos ineludibles y de sus dependencias, para así no crear expectativas injustificadas y promesas sin piso? 

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